viernes, 7 de noviembre de 2014

Comentarios de Obras del Arte Prehistórico.


John Constable: Stonehenge (1835);
The Victoria and Albert Museum, National Museum of Art and Design   (Londres,  Gran Londres, Inglaterra, Reino Unido).


COMENTARIOS DE OBRAS DEL ARTE PREHISTÓRICO

En los juegos de exámenes de la Selectividad de Historia del Arte de Andalucía han aparecido las siguientes obras:

-         El Gran Techo de la Cueva de Altamira.
-         El Bisonte de la Cueva de Altamira.
-         Cacería de ciervos en el Barranco de La Valltorta.

Incluimos además el Conjunto Megalítico de Stonehenge, por considerar que cuenta con posibilidades de ser escogida en futuras pruebas de las pruebas de acceso a las universidades andaluzas.

Las imágenes que ilustran los comentarios son las mismas (o muy parecidas) a las aparecidas en las pruebas. En el caso de Stonehenge hemos escogido la vista más habitual, en concreto una fotografía similar a la que aparece en el manual de Jesús Palomero Páramo (libro que ha suministrado imágenes para los exámenes de la selectividad andaluza en numerosas ocasiones).

El modelo de comentario que se sigue en cada obra intenta ajustarse a los criterios de corrección que se exigen en la selectividad de Andalucía. Concretamente se especifica que serán determinantes a la hora de calificar el empleo del vocabulario adecuado y específico, la localización (estilo, período histórico-artístico, escuela, autoría y cronología) y la contextualización (relación de la obra artística con su contexto histórico, social, político y religioso). Por lo demás, en el examen los epígrafes señalan que el alumno «clasifique y comente la imagen»


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El Gran Techo de la Cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria, España).

COMENTARIO DE UNA OBRA DE ARTE: 
EL GRAN TECHO DE LA CUEVA DE ALTAMIRA.

1)     IDENTIFICACIÓN

- Título de la obra: El Gran Techo de la Cueva de la Pintura.
- Autor: desconocido.
- Cronología: c. 15.000 – 12.000 a. C.
- Período histórico: Paleolítico Superior.
- Estilo: Pintura rupestre prehistórica.
- Escuela: Franco-cantábrica.
- Localización: Cueva de Altamira, Santillana del Mar, Cantabria, España.

2)     ANÁLISIS

La imagen nos muestra una pintura rupestre.  El soporte es la propia roca de la cueva.  Los colores son pigmentos minerales aplicados con los dedos y con rudimentarios pinceles.

Se trata de una representación en la que predomina la línea sobre el color, con una paleta reducida al rojo, el ocre y el negro. Se aplica con distinta intensidad en el cuerpo del animal, indicando así de forma sumaria el volumen. Las protuberancias de la pared ayudan a dar esa impresión de corporeidad. No existe indicación de perspectiva o de paisaje y las figuras parecen flotar libremente en el espacio, Tal vez el solapamiento de distinta figuras puede ser interpretado como un deseo de mostrar la distancia, pero esta tesis no puede asegurarse.

Este conjunto pictórico es conocido como «el Gran Techo de la Cueva de Altamira» o bien «El Techo de los Polícromos» y se encuentra en la Gran Sala de la Cueva de Altamira. Esta cueva tiene una longitud de 270 metros desde la entrada hasta su extremo final. Se distinguen tres zonas:

a)     La sala inmediata a la entrada. Se cree que sirvió de vivienda para el hombre prehistórico.
b)     La sala de las pinturas polícromas, que las comunidades del Paleolítico convirtieron en santuario.
c)      El resto de las salas y corredores de la cueva.

Hay que recordar que existen grabados y pinturas en todos los sectores señalados pero el mejor exponente es la bóveda natural de esa extraordinaria sala de 18 metros de largo por 9 metros de ancho. En la bóveda se llegan a contar 16 bisontes en muy diversas posturas (de pie, agachados, sin cabeza; saltando, en movimiento o quietos, con la cabeza vuelta, etc.)  Otros animales (caballos, jabalíes) acompañan a los bisontes, siendo digna de destacar por su tamaño una soberbia cierva de 2,25 metros.

Para poder realizar los trabajos de la Gran Sala, y por supuesto los del interior, la luz natural era insuficiente por lo que el autor o autores tuvieron que utilizar luz artificial, probablemente lámparas alimentadas por tuétano.

La existencia de figuras que se superponen hizo pensar que la decoración de la cueva se realizó en varias etapas y por artistas de distintas tribus. Por tanto, los autores de estas imágenes rectificaban u ocultaban las realizaciones de los anteriores ocupantes. No obstante, se ha comprobado que el solapamiento es una forma de composición de la pintura prehistórica, pues se ha demostrado que las figuras encubiertas y las encubridoras son obra de los mismos pintores.

Según la comparación con otras pinturas, y mediante la ayuda del carbono 14, las pinturas de Altamira pertenecen al período Magdaleniense III y su datación puede fijarse entre los 15.000 y 12.000 a.C.

Cómo en el resto del arte paleolítico, el significado de estas creaciones artísticas sigue sin aclarar, bien que se han propuestos diversas teorías. Las más conocidas son las siguientes:

La teoría de la magia simpática y la fecundidad supone la existencia de motivaciones de tipo mágico encaminadas a propiciar la caza y a asegurar la fertilidad de la especie representada, en paralelo con las creencias de los pueblos actuales considerados como «primitivos».

Otra hipótesis, la estructuralista, señala que arte paleolítico tiene una organización interna pensada en función de un simbolismo metafísico y por ello las cuevas son santuarios que recogen un sistema religioso, basado en un complejo dispositivo iconográfico, en el que la simbología de elementos sexuales opuestos organizaba el mundo ideológico y las creencias del hombre prehistórico.

Una tercera teoría, la de la neuropsicología y el chamanismo, sugiere que las pinturas y grabados representan aquellas visiones que se alcanzan en estados de vigilia o sueños reales. Según esta teoría esos estados alterados se pueden alcanzar con drogas y técnicas usadas por los chamanes (el llamado «éxtasis chamánico»). Esta tesis recurre de nuevo al paralelismo etnográfico.

Respecto a la historia del yacimiento, la conservación de las pinturas y grabados se debe a un derrumbamiento que selló la entrada hace uno 13.000 años. Permanecieron ocultas, hasta su descubrimiento casual en 1868, bien que hubo que esperar a 1879 para que el erudito santanderino Marcelino de Sanz y Sautuola las explorara en profundidad y descubriera sus pinturas. En 1880 Sautuola publicó un folleto titulado: Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, en el que sostenía el carácter prehistórico de dichas pinturas.

La comunidad científica acogió el descubrimiento con desconfianza. Esa desconfianza se convertirá en escepticismo. Después, en hostilidad. Ante este muro de rechazo de poco le sirvieron a Sautuola los escasos apoyos que recibió. Su defensor principal fue Juan Vilanova y Piera, uno de los primeros prehistoriadores de nuestro país.

El escepticismo se volvió reconocimiento y defensa cuando empezaron a aparecer, entre 1883 y 1901, otras pinturas rupestres en La Mouthe, Les Combarelles o Font de Gaume. Con todo, la desconfianza no se tornó en aceptación total por la comunidad científica cuando, ante el peso de las evidencias, Émile Cartailhac en 1902 publicó el famoso artículo Mea culpa d’un sceptique y visitaba ese mismo año la cueva.

 En 1917 se abrió la cueva al público en general. A partir de ese momento se irían incrementando las visitas, pero durante los años de las décadas de 1960 y 1970, las numerosas personas que accedieron a la cueva hicieron peligrar su microclima y la conservación de las pinturas.  Entre 1977 y 1982 y entre 2002 y 2014 la cueva ha permanecido cerrada al público, y en la actualidad el acceso resulta muy restringido.

3)     CONTEXTUALIZACIÓN

En Europa se encuentran dos manifestaciones o escuelas de pintura rupestre prehistórica: la franco-cantábrica y la levantina. Se trata de estilos muy distintos entre sí, desarrollados en épocas y territorios distintos y sin ninguna conexión entre ambos.

Los principales testimonios de la pintura de las cuevas franco-cantábricas se encuentran en la cornisa cantábrica y en el suroeste de Francia. Estas pinturas se realizaron en las cuevas, casi siempre en el interior y en muchas ocasiones en lugares de difícil acceso.

Estas pinturas se datan en la última fase del Paleolítico, (35.000 a.C. y el 8.500 a. C.), denominada Paleolítico Superior. En esta etapa, el Homo sapiens, se impuso sobre el hombre de Neanderthal y el resto de especies de homínidos que aún perduraban.

La humanidad prehistórica vivía de una economía depredadora sustentada en la caza, la pesca y la recolección. Se organizaba en tribus y carecía de toda diferenciación social. Estos grupos llevan una existencia errante siguiendo las migraciones de los animales, maduración de los frutos y otros ciclos de ritmo estacional. Los enterramientos revelan la creencia en un mundo de ultratumba.

Posiblemente mantuvieran una concepción animista del mundo (creencia en que todos los seres y objetos de la naturaleza poseen alma) como ocurre en los pueblos primitivos actuales.

 El artista debió ser un cazador más, con buenas dotes de observación y especialmente dotado para la pintura, o tal vez el arte entraba dentro de las atribuciones de chamán, el hechicero de la tribu. En cualquier caso estas manifestaciones debieron ser muy importantes para estas sociedades, pues se realizaron en condiciones muy difíciles y empleando recursos de los que no se encontraban muy sobrados.
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Bisonte de la Cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria, España).

COMENTARIO DE UNA OBRA DE ARTE: BISONTE DE LA CUEVA DE ALTAMIRA

1)     IDENTIFICACIÓN

- Título de la obra: Bisonte de la cueva de Altamira.
- Autor: desconocido.
- Cronología: c. 15.000 – 12.000 a. C.
- Período histórico: Paleolítico Superior.
- Estilo: Pintura rupestre prehistórica.
- Escuela: Franco-cantábrica.
- Localización: Cueva de Altamira, Santillana del Mar, Cantabria, España.

2)     ANÁLISIS

La imagen nos muestra una pintura rupestre.  El soporte es la propia roca de la cueva.  Los colores son pigmentos minerales aplicados con los dedos y con rudimentarios pinceles.

Se trata de una representación en la que predomina la línea sobre el color, con una paleta reducida al rojo, el ocre y el negro. Se aplica con distinta intensidad en el cuerpo del animal, indicando así de forma sumaria el volumen. Las protuberancias de la pared ayudan a dar esa impresión de corporeidad. La figura se presenta de perfil absoluto y totalmente inmóvil.

No existe indicación de perspectiva o de paisaje.  El bisonte parece flotar libremente en el espacio.
                                                              
Se trata del llamado bisonte de pie, el Bisonte de Altamira por antonomasia, del conjunto de dieciséis figuras de este animal que se hallan pintado en el techo de la Gran Sala de esta cueva.

En la imagen que comentamos se puede constatar el avanzado momento de realización de las figuras de Altamira. En efecto, en las etapas más primitivas el animal es pintado con un contorno cerrado y con una sola pata por par, mientras que en la etapa en la que fue realizada la figura (el Magdaleniense) ya aparecen dibujadas las cuatro patas.

La interpretación de estas pinturas resulta todavía incierta. Las interpretaciones más conocidas son las siguientes:

-         La de magia simpática: la representación de un animal propiciaba su fecundidad o el éxito en su captura.
-         La de la dualidad de sexos: algunos investigadores buscan pautas en la disposición de los animales y creen encontrar un simbolismo binario en el que los équidos y los bóvidos, conformarían, respectivamente, lo masculino y lo femenino.

3)     CONTEXTUALIZACIÓN

En Europa se encuentran dos manifestaciones o escuelas de pintura rupestre prehistórica: la franco-cantábrica y la levantina. Se trata de estilos muy distintos entre sí, desarrollados en épocas y territorios distintos y sin ninguna conexión entre ambos.

Los principales testimonios de la pintura de las cuevas franco-cantábricas se encuentran en la cornisa cantábrica y en el suroeste de Francia. Estas pinturas se realizaron en las cuevas, casi siempre en el interior y en muchas ocasiones en lugares de difícil acceso.

Estas pinturas se datan en la última fase del Paleolítico, entre el año 35.000 a.C. y el 8.500 a. C., denominada Paleolítico Superior. En esta etapa, el Homo sapiens, se impuso sobre el hombre de Neanderthal y el resto de especies de homínidos que aún perduraban.

La humanidad prehistórica vivía de una economía depredadora sustentada en la caza, la pesca y la recolección. Se organizaba en tribus y carecía de toda diferenciación social. Estos grupos llevan una existencia errante siguiendo las migraciones de los animales, maduración de los frutos y otros ciclos de ritmo estacional. Los enterramientos revelan la creencia en un mundo de ultratumba. Posiblemente mantuvieran una concepción animista del mundo (creencia en que todos los seres y objetos de la naturaleza poseen alma) como ocurre en los pueblos primitivos actuales.

 El artista debió ser un cazador más, con buenas dotes de observación y especialmente dotado para la pintura, o tal vez el arte entraba dentro de las atribuciones de chamán, el hechicero de la tribu. En cualquier caso estas manifestaciones debieron ser muy importantes para estas sociedades, pues se realizaron en condiciones muy difíciles y empleando recursos de los que no se encontraban muy sobrados.

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Cacería de Ciervos de la Cueva de los Caballos del Barranco de la Valltorta (Tirig, Castellón, Comunidad Valenciana, España).

COMENTARIO DE UNA OBRA DE ARTE:
CACERÍA DE CIERVOS EN EL BARRANCO DE LA VALLTORTA

1)     IDENTIFICACIÓN

- Título de la obra: Cacería de ciervos en el Barranco de La Valltorta.
- Autor: Desconocido.
- Cronología: 9.000 – 6.000 a.C.
- Período histórico: Mesolítico.
- Estilo: Pintura rupestre prehistórica.
- Escuela: Pintura Levantina.
- Localización: Cueva de los Caballos, Barranco de la Valltorta, Tirig, Castellón (España).

2)     ANÁLISIS

La imagen nos muestra una pintura rupestre.  El soporte es la propia roca de la cueva.  Los colores son pigmentos minerales aplicados con plumas o rudimentarios pinceles. Se trata de una representación en la que no se puede afirmar el predominio de la línea o del color, puesto que las figuras son monocromas. La tonalidad escogida es un rojo conocido como bermellón o almagre. Al aplicarse los colores de forma plana, no se indica el volumen y faltan también indicaciones de perspectiva o paisaje, bien que existe un sentido de la composición, con cierto carácter narrativo. Igualmente el artista se preocupó por mostrar el movimiento de las figuras.

Los cazadores aparecen ejecutados de una forma esquemática y desproporcionada, pero dotados de cierta expresividad, y sobre todo, de sentido del movimiento, como queda dicho. En comparación, los animales aparecen en posiciones más estáticas, bien que dotadas de un mayor naturalismo que las figuras humanas.

Respecto a la interpretación de estas pinturas se cree que tendrían un sentido mágico o religioso, y en cierta manera, conmemorativo. Las escenas serían una especie de exvotos, esto es una ofrenda o recordatorio de un favor de los dioses o de un hecho relevante para la tribu.

3)     CONTEXTUALIZACIÓN

En Europa se encuentran dos manifestaciones o escuelas de pintura rupestre prehistórica: la franco-cantábrica y la levantina. Se trata de estilos muy distintos entre sí, desarrollados en épocas y territorios distintos y sin ninguna conexión entre ambos.

La denominación de arte levantino hace referencia al territorio por el que se extiende, ya que la mayoría de los yacimientos se concentran en el este de la Península Ibérica. Se desarrolló en el período denominado Mesolítico, que marca la transición entre el Paleolítico y el Neolítico. Su cronología se establece entre el 9.000 y el 6.000 a C, aunque la datación de estas pinturas es un asunto muy controvertido. De hecho, algunos investigadores creen que este arte se produjo ya en el Neolítico, o al que menos se prolongó hasta esta etapa.

Las pinturas levantinas se realizan en abrigos, oquedades naturales de escasa profundidad, emplazadas en barrancos y áreas rocosas.

En el Mesolítico, los grupos humanos comienzan un proceso de sedentarización estacional basado en la recolección de frutos, vegetales y moluscos marinos, la caza se reduce a las aves y pequeños mamíferos (caza menor).

Lo poco que se sabe sobre su organización social lo conocemos gracias a las pinturas. En ella se representa una sociedad con cierto nivel de organización, en la que se distinguen guerreros, jefes, sacerdotes y sacerdotisas. Aunque los varones ocupan el papel principal, se comprueba que las mujeres desempeñan un puesto relevante en la estructura de estas comunidades.

Se considera que la religión de estas comunidades se centraba en la adoración de las fuerzas de la naturaleza, sobre todos las que garantizan la fecundidad. Estas creencias justificarían la importancia dada a la ejecución de rituales, como la danza, o la propia realización de estas pinturas.
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Conjunto Megalítico de Stonegenge (Amesbury, Condado de Wiltshire, Inglaterra, Reino Unido.).

COMENTARIO DE UNA OBRA DE ARTE: CONJUNTO MEGALÍTICO DE STONEHENGE.

1)     IDENTIFICACIÓN

- Título de la obra: Conjunto Megalítico de Stonehenge.
- Autores: desconocidos.
- Cronología: c. 3.000 – 1.600 a. C.
- Período histórico: Entre el Neolítico y la Edad del Bronce.
- Estilo: Arquitectura Megalítica..
- Escuela: Franco-cantábrica.
- Localización: Llanura de Salisbury, cerca de Amesbury, condado de Wiltshire, Inglaterra.

2)     ANÁLISIS

Stonehenge es el monumento más representativo de la arquitectura megalítica. Como en el resto del arte prehistórico, no existió una voluntad de dejar constancia de sus autores o responsables de la construcción.

Stonehenge está compuesto por varios recintos de forma circular formados por enormes monolitos sin desbastar. Existe un círculo de menhires (pieza pétrea hincada verticalmente en el suelo) y otros dos de trilitos (estructura una piedra en horizontal a manera de dintel y dos en vertical, conocidos como ortostatos, como postes. En uno de estos anillos, el interior, los trilitos se dispusieron aislados, mientras que en el exterior se alzaron de forma continua, de tal forma que cada ortostato soportara dos dinteles. No se empleó argamasa, ni ningún otro material de agarre. Para ensamblar las piedras se recurrió a técnicas propias de la ebanistería. Así en la cara superior de los ortostastos se dispuso un saliente que encaja con un agujero del dintel, de forma idéntica a las junturas de mortaja y espiga.

Entre las cuestiones que Stonehenge plantea, la primera es su clasificación. Para algunos arqueólogos es un crómlech, esto es un monumento formado por piedras clavadas en el suelo y que adoptan una forma circular o elíptica, cercando un terreno, pudiendo formar uno o varios recintos. Pero el resto de crómlechs conservados están compuestos por menhires. Otros especialistas prefieren clasificarlo como henge, término que designa un recinto circular u ovalada realizada mediante zanjas y terraplenes. De nuevo, esta terminología no acaba de ajustarse a Stonehenge, pues, efectivamente, el monumento presenta fosos y bancales, pero a diferencia del resto de henges, existe una estructura arquitectónica en su interior.

Se puede considerar, por tanto, que Stonehenge es un monumento único que combina varias de las tipologías de la arquitectura megalítica. Igualmente, hay que reservarle un puesto aparte dentro del acervo de las obras de la arquitectura prehistórico por el colosalismo de su escala y por la complejidad de su estructura.

En la construcción de Stonehenge se emplearon dos tipos de piedra distintos: bloques de arenisca, denominados «sarsen» y monolitos de diabasa, conocidas como «bluestones» («piedras azules»), procedentes de canteras distintas. Estos afloramientos rocosos se encuentran a considerable distancia de Stonehenge.

Las herramientas que debieron emplear en la cantera debieron ser, con toda probabilidad de piedra, pues la metalurgia del cobre y del bronce se hallaba en sus comienzos y se destinaba, además para las armas y objetos de gran valor. Se supone que la mayor parte de la labra de los bloques se realizó en la cantera, realizándose algunos retoques en el momento de colocar las piedras.

El transporte es la fase que plantea más problemas para los historiadores. Desechada la navegación fluvial, se supone que recurrieron a mover las rocas con cuerdas, rodillos, toscos raíles y rampas de tierra cuando había que salvar desniveles. Como fuerza de tracción se debieron utilizar bueyes.

Otro de los aspectos más debatido de Stonehenge es su finalidad. Actualmente existe cierto consenso en considerarlo como un santuario que combinaría un culto a los antepasados (se han hallado enterramientos de 240 personas distintas) con la veneración de alguna deidad o deidades de carácter estacional o solar. El culto a esta divinidad (o divinidades) explicaría el empleo del monumento como calendario para calcular equinoccios, solsticios y eclipses. La existencia de una avenida, las alineaciones astronómicas y la magnitud del monumento señalan, a no dudar, que la obra que analizamos se convertiría en centro de peregrinación multitudinaria en algún momento o época del año.

De todas formas, debe tenerse en cuenta que en el milenio y medio en el que se extendió su construcción, debieron producirse cambios en el planteamiento de la edificación y transformaciones en la naturaleza del culto que se tributaba. Parece lógico que distintos pueblos o confederaciones de tribus se sucedieran, de forma pacífica o mediante la guerra, en la dirección de las obras. Como, además, parte de los bloques han desaparecido al ser reaprovechados en épocas posteriores, queda por aclarar si el monumento pudo completarse o quedó inconcluso.

3)     CONTEXTUALIZACIÓN

En la Europa Occidental y a mediados del quinto milenio antes de Cristo, se inicia la arquitectura llamada megalítica (término que procede de las palabras griegas mega (μεγας), grande y lithos (λιθος). Su aparición coincide con el ocaso del Neolítico y la difusión de la metalurgia.

 La magnitud de estas obras implica una religión desarrollada y una estructura social compleja, ya que exige trabajo coordinado y una autoridad que regule la vida colectiva. Se supone que las sociedades que lo construyen fueron más o menos igualitarias; esto es, que aunque contasen con jefes y sacerdotes, no presentaban la férrea estratificación social de la mayor parte de las civilizaciones de la Antigüedad. Se impuso una actividad económica que contaba ya con la especialización del trabajo; la producción, acumulación y comercio de excedentes y el establecimiento de rutas de intercambio de bienes, algunas de ellas de larga distancia.

A las civilizaciones de esta etapa que presentan rasgos propios de la historia (dinastías, guerras...) pero que aún no cuentan con la escritura y la vida urbana son consideradas como protohistóricas, esto es, emplazadas en una fase de transición entre la prehistoria y el tiempo considerado como histórico.

Aunque podemos encontrar construcciones realizadas con grandes bloques de piedra por todo el mundo, en sentido estricto se considera megalitismo al fenómeno cultural focalizado en la Europa atlántica, iniciado en los finales del Neolítico, como queda dicho, y que perdura hasta la llegada de la Edad del Hierro (en torno al 1200 – 1000 a.C.).

El Megalitismo guarda vínculos con la arquitectura ciclópea de las Baleares, Córcega, Cerdeña, Malta y el Egeo, pero estas construcciones mediterráneas deben ser estudiadas en una dinámica cultural diferente.

Su dispersión geográfica y su amplísimo desarrollo temporal señalan que estas obras fueron erigidas por pueblos diversos que mantendrían contactos comerciales entre sí, sin que se pueda hablar de una raza, civilización o espiritualidad que unifique este fenómeno. Hoy en día se interpreta el megalitismo como un fenómeno plural, poligenista, que surgió en diferentes sitios a la vez (o en distintas épocas) sin que necesariamente tuviera que existir entre ellos una relación directa.
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La pintura que hemos escogido como emblema es Stonehenge de John Constable. Se trata de una acuarela pintada en 1835. A no dudar se trata de una vista tomada del natural. Las medidas de esta pintura son 38,7cm x 59,7 cm.

Esta acuarela fue expuesta en la Exposición de Verano de la Royal Academy of Arts de 1836. En 1888 ingresó en las colecciones de The Victoria and Albert Museum, National Museum of Art and Design   (Londres,  Gran Londres, Inglaterra, Reino Unido), cuando esta institución se denominaba South Kensington Museum. Entró como donación, con otras muchas obras del pintor, como donación de la hija del pintor, Isabel Constable, bien que ésta hizo constar que era un regalo suyo y de sus hermanos Maria Louisa Constable y Lionel Bicknell Constable.

La imagen procede de la Wikipedia:


Los datos y la historia de la pintura proceden del catálogo virtual del museo:


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La imagen del Gran Techo de la Cueva de Altamira procede de la página siguiente:


La imagen del Bisonte de Altamira procede de la Wikipedia:


La imagen de la cacería de ciervos de la Cueva de los Caballos del Barranco de la Valltorta es un escaneo del manual de Historia del Arte de Jesús Palomero Páramo.

La fotografía de Stonehenge presenta la siguiente procedencia:





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