Walter Launt Palmer: El Templo de Kom-Ombo (1892);
¿Colección
Particular?
3.
ARTE EGIPCIO
Introducción.
1.
Arquitectura.
La tumba y el templo.
2.
Formas y
características de la escultura y la pintura.
________________________________________________________
Introducción
La antigua civilización
egipcia se desarrolló en el valle del Nilo. Las fronteras se situaban en Nubia
al sur (el actual Sudán), en el desierto de Libia al oeste y en el Istmo de
Suez en la esquina noreste. En el norte el país se asomaba al Mar Mediterráneo
y hacia el este, tras recorrer el istmo, se encontraba el Mar Rojo. El canal de
Suez es obra del siglo XIX, bien que los antiguos egipcios trabajaron en un
proyecto semejante.
El río Nilo fue la razón de ser de Egipto. En medio de
inhóspitos desiertos donde la lluvia es muy escasa, el río da lugar a un largo
y estrecho oasis de extraordinaria fertilidad. Una vez al año, el Nilo
experimenta una espectacular crecida que inunda el valle. Cuando las aguas
vuelven a su nivel habitual, las tierras han quedado cubiertas de un limo negro
en donde crece con facilidad cualquier cultivo. Una riqueza agraria tan notable
originó una civilización próspera. Pero para su supervivencia se hizo
imprescindible la existencia de un sólido poder estatal que controlase la
inundación, canalizase las aguas, organizase los drenajes y compartimentase los
campos. Por todo ello se considera que el
Antiguo Egipto debe ser considerado como una civilización fluvial de base
agraria.
El Nilo al mismo tiempo es el medio de comunicación que
pone en contacto una red de ciudades y aldeas que se extienden a lo largo de
mil kilómetros de distancia. También es el responsable la división de Egipto en
dos territorios bien diferenciados:
- El Alto Egipto.
Designa al valle encajonado del Nilo navegable entre la primera catarata y el
delta. La ciudad más importante es Tebas
que ejerce de capital del reino durante cientos de años.
- El Bajo Egipto.
Abarca el Delta, una llanura bien regada durante todo el año por un sistema de
canales. Su capital fue Menfis,
justo en la confluencia con el Alto Egipto.
La milenaria historia de Egipto comienza con la
unificación de Alto y del Bajo Egipto por el primer faraón Narmer, hacia el
3.400 a.C. En este momento, además, se
registra la aparición de la escritura.
Se inicia entonces la civilización egipcia, cuyo extensísimo desarrollo
cronológico ha sido dividida en tres etapas (Imperio Antiguo, Imperio Medio e Imperio
Nuevo). Estas tres fases están precedidas por un período, el protodinástico o
época Tinita (anterior a Narmer). Además se cuentan tres épocas de crisis e
inestabilidad llamados períodos intermedios (entre el imperio antiguo y el
imperio medio, entre el imperio medio y el imperio nuevo, y entre el imperio nuevo y la época baja, respectivamente. La
documentación conservada ha permitido distinguir y fechar las treinta y una
dinastías que gobernaron el país a lo largo de su historia.
El esquema cronológico del Antiguo Egipto sería, por
tanto, el siguiente:
1. Época Tinita (3.000 – 2.700 a . C.) con capital en
Tinis.
2. Imperio Antiguo (2.700 – 2.200 a . C.)
con capital en Menfis.
3. Primer período intermedio: (2.200 – 2.000 a . C.)
4. Imperio Medio (2.000 - 1.750 a. C.) con capital en Tebas .
5. Segundo período intermedio (1.750 – 1550 a . C.).
6. Imperio Nuevo (1.550 - 1070 a . C.) con
capital en Tebas.
7. Tercer período
intermedio (1.070 – 650 a. C.)
8. Época baja: 650-333: época de decadencia marcada por el dominio
de los persas.
9. Dominio griego y romano: 333 – 30 a . C, y 30 a . C -395 respectivamente.
Se debe tener en cuenta que en las épocas de crisis, el Alto y el
Bajo Egipto vivieron historias separadas.
- En el Imperio
Antiguo (2.700
– 2.200 a. C.) se levantaron las grandes pirámides de Saqqara y de Gizeh, obra
de los faraones de la III
y la IV dinastía.
La capital se sitúo en Menfis.
- En el Imperio
Medio (2.000 – 1750 a . C.) se vuelve
a la unidad bajo una dinastía de Tebas. Faltan en esta etapa las grandes
realizaciones arquitectónicas del resto de los períodos, bien que se establecen
en esta fase las tipologías edificatorias que caracterizarán al Imperio Nuevo.
- En el Imperio
Nuevo (1.550
– 1.070 a .
C.) Egipto rompe su aislamiento
tradicional y mantiene una activa política exterior que le hace llevar sus
fronteras hasta Nubia y Siria. Es el periodo de construcción de los grandes templos de Luxor y Karnak en Tebas.
En el devenir de este período destaca la figura del faraón Amenofis IV- Akenatón, que intentará cambiar
la religión politeísta por un culto monoteísta al dios Atón. Esta revolución religiosa careció de continuidad y sus
sucesores reinstauraron los dioses y rituales tradicionales.
A partir del siglo XII a. C., Egipto entró en una fase de
decadencia, en la que sufrió invasiones de diferentes pueblos: libios, etíopes,
asirios y persas. Finalmente, en el siglo IV a. C., Alejandro Magno lo
incorporó a sus posesiones. Como es
sabido, este imperio se disolvió poco después de la muerte del monarca
macedonio, y uno de los generales de Alejandro, Ptolomeo, se convirtió en rey
de Egipto, fundando la dinastía ptolemaica o de los lágidas. Sus sucesores se
mantuvieron en el poder hasta que en el siglo I a. C, los romanos conquistaron
el reino.
Bajo el dominio de Roma,
la progresiva helenización y la propagación del cristianismo terminarán por hacer desaparecer la milenaria
civilización egipcia, olvidándose incluso la escritura jeroglífica.
Durante toda su historia, la civilización egipcia dependía
de una economía fundamentalmente agraria, basada en el cultivo del cereal y los
productos hortofrutícolas. Menor importancia presentaban, en la obtención de
los recursos, la ganadería, la caza y la pesca.
El estado detentaba el monopolio de las minas y el comercio
exterior. Ése último estaba orientado hacia la importación de productos
exóticos y de esclavos.
La sociedad estaba estructurada en varios grupos: en
primer lugar se encontraban el faraón y su familia; a continuación se situaban,
en el rango de importancia, los altos funcionarios (de la administración y del
ejército) y los sacerdotes; después los funcionarios menores (los escribas),
los soldados, mercaderes, los artesanos y los campesinos. En el último peldaño
de la escala social se hallaban los esclavos, su condición se debía a diversos
factores: nacimientos, delitos, deudas y prisioneros de guerras. Frente a otras
civilizaciones de la
Antigüedad , en la sociedad egipcia os esclavos desempeñaban
un papel muy secundario.
En cuanto a la política y la administración, el faraón
concentraba todo el poder, bien que se servía de los funcionarios de la
administración y de los mandos del ejército. El faraón era considerado una
figura divina y ejercía su dominio con la ayuda de los sacerdotes, quienes, en
momento de crisis, concentraron mucho poder.
La religión egipcia era politeísta, con un elevado número de
deidades locales. Existía una casta sacerdotal muy organizada, que
controlaba el culto. Uno de los rasgos destacados de la religión egipcia era el
culto a los muertos, pues creían en la pervivencia del alma tras la muerte. Para
conseguir la vida eterna debía conservarse el cadáver de la mejor forma posible,
lo que exigía el proceso de momificación.
Los antiguos egipcios usaron tres tipos
básicos de escritura: jeroglífica, hierática y demótica. Llegaron a poseer un corpus literario
extenso, que abarcaba todos los géneros. Las ciencias en la que alcanzaron sus
mayores logros fueron las matemáticas y la medicina.
El papel del arte en
Egipto era fundamental, pues se convertía en el vehículo de la autoridad del
faraón, expresaba las creencias religiosas, resultaba imprescindible para el
culto y además garantizaba la inmortalidad de alma. Con todo, los artistas eran
considerados como simples artesanos y carecían de toda consideración social, al
igual que en el resto de civilizaciones de la Antigüedad. Por
tanto, el artífice no es un creador, sino un ejecutor anónimo que cumple con
unas normas preestablecidas. Se escapan de este panorama de oscuridad algunos
arquitectos cuyo nombre quedó registrado en las crónicas, pero hay que
considerarlos más bien como cancilleres, visires o encargados de obras.
1.
Arquitectura.
La tumba y el templo.
La geografía de
Egipto favorece la creación de una cultura que evoluciona con continuidad y en
la que las influencias exteriores son relativamente escasas. Configuradas las
condiciones políticas y establecidos los fundamentos de las creencias
religiosas, y su liturgia en una fecha tan temprana como el 3.000 a. C., la
aparente inmutabilidad del
mundo egipcio es el distintivo de esta civilización. Las regulares crecidas del
Nilo no sólo rigen la economía del país; también contribuyen a esa visión del
mundo marcada por la repetición de ciclos.
Toda la vida egipcia está regida por la religión, que otorga al faraón un carácter divino y que cree en la existencia de una vida ultraterrena en íntima
conexión con la vida material. De aquí se deriva la grandiosidad arquitectónica
y su simbolismo, en íntima conexión con los conceptos de la inmutabilidad de
las creencias y la permanencia del poder, al margen de las circunstancias del
acontecer histórico.
El papel del arte en
Egipto era fundamental, pues se convertía en el vehículo de la autoridad del
faraón, expresaba las creencias religiosas, resultaba imprescindible para el
culto y además garantizaba la inmortalidad de alma. Con todo, los artistas eran
considerados como simples artesanos y carecían de toda consideración social, al
igual que en el resto de civilizaciones de la Antigüedad. Por
tanto, el artífice no es un creador, sino un ejecutor anónimo que cumple con
unas normas preestablecidas. Se escapan de este panorama de oscuridad algunos
arquitectos cuyo nombre quedó registrado en las crónicas, pero hay que
considerarlos más bien como cancilleres, visires o encargados de obras
La importancia
concedida por la religión egipcia a la vida de ultratumba y al culto de los
dioses, explican que las construcciones más características de la arquitectura
de esta civilización sean las tumbas y los templos.
Comenzando por la
arquitectura funeraria,se distiguen tres tipologías de enterramientos: la
mastaba, la pirámide y el hipogeo.
Los primeros edificios
mortuorios aparecen en el período protodinástico (3.100 – 2.700 a.C.) en el Bajo Egipto. Estos
edificios se llaman mastabas y
son sepulturas de planta rectangular y estructura trapezoidal. Estaban
realizadas en adobe y piedra. Están constituidas por cuatro partes: un pozo excavado
bajo la construcción que iba hasta la cámara funeraria, la cámara funeraria en sí, donde se depositaba
el sarcófago del difunto, una capilla a
ras del suelo para depositar las ofrendas y una falsa puerta en el lado oriental para que el alma del difunto
pudiera salir y entrar con libertad.
En la III dinastía, ya
en el Imperio Antiguo (2.700 – 2.200 a.C.) se registra la evolución de la
mastaba a la pirámide como forma de enterramiento. La primera pirámide está
destinada al enterramiento del faraón Zoser y se construye en la necrópolis de
Saqqara. Se trata de una pirámide escalonada, formada en realidad por seis
mastabas superpuestas. Se conoce el nombre del arquitecto o responsable de las
obras: Imhotep.
Durante esta misma
dinastía se levantó la falsa pirámide de Meidum. Esta obra es una pirámide
escalonada revestida de bloques, para dar la apariencia de una pirámide
verdadera de caras lisas.
Ya en IV Dinastía se
construye la pirámide acodada de Snefru, en Dashur. Esta pirámide representa la
transición hacia una pirámide perfecta; tiene 186 m. de base y mide 101 m. de
altura.
Posteriormente se construirán
las pirámides de la meseta de Gizeh, levantada por los reyes de la IV Dinastía,
Keops, Kefrén y Micerinos. La pirámide del primero se eleva a 146 m., la del
segundo a 143 m. y la tercera 65 m. La pirámide de Kefrén parece la más alta
del conjunto por construirse en una elevación del terreno. Kefrén también
construyó la Gran Esfinge, esculpiendo un montículo de roca caliza.
El material empleado en
la construcción de las pirámides fue la piedra trabajada en bloques, colocados
en seco. Pese a los rudimentarios instrumentos y conocimientos con los que entonces
se contaban, las pirámides sorprenden por la perfección técnica con la que
están realizadas y por la ingente labor de optimización de mano de obra y
recursos que supusieron.
Las pirámides se acompañaban
de otras construcciones:
· Templo del
Valle: Construido junto al Nilo, era el lugar donde se recibía a la momia del
faraón que llegaba en barca.
· Calzada: Camino
que comunicaba el templo del valle con la pirámide.
· Templo
funerario: Servía para realizar rendir culto permanente al faraón.
· Pirámides de
las reinas o pirámides subsidiarias para los familiares del faraón.
· Mastabas de
cortesanos y altos funcionarios.
Tras el ocaso del
Imperio Antiguo el tamaño y la calidad de las pirámides fue disminuyendo y los
faraones acabaron por buscar otros tipos de enterramiento.
Durante el Imperio
Nuevo (1.550 – 1.070 a.C.) el tipo funerario característico será el hipogeo. Se
trata de una sucesión de cámaras sepulcrales a las que se accede por escaleras
y corredores excavados en la roca. Se trata de una arquitectura adintelada que
utiliza, a veces, el pilar como soporte. Los muros estaban decorados con
pinturas y relieves. Destacan los hipogeos de Ramsés II, el de sus hijos y el
de Tutankamón. Este último presenta unas dimensiones reducidas y su interés
radica en haber escapado del asalto de los saqueadores de tumbas.
Respecto a la
arquitectura religiosa, hay que esperar al Imperio Nuevo, para que sus
tipologías se establecen y se desarrollan. Se construyeron tres clases de
templos: al aire libre, los semispeos, con la mayor parte de sus dependencias a cielo raso y el resto excavado
en roca y el speos, que es un templo rupestre, con una fachada labrada en la
pared del acantilado y todas sus estancias ubicadas en el interior de la
montaña, a manera de hipogeo.
Los templos al aire presentaban
el siguiente esquema:
· En primer
lugar, se emplazaba el dromos. Se trataba de una avenida procesional de
esfinges que desembocaba en el acceso al templo.
· La puerta de
entrada, de carácter monumental. Estaba precedida por dos obeliscos y por cuatro
colosos que representaban el faraón que hubiera costeado la construcción.
Además, esta puerta estaba flanqueada por los pilonos, gruesas torres con los
muros ataludados.
· A continuación se
disponía el patio o sala hipetra. Se trataba de un patio porticado por
columnas.
· Seguidamente se
construía una o varias salas hipóstilas, verdaderos bosques de columnas que
estaban reservada a la aristocracia y a los sacerdotes.
· Al fondo, se
sitúa el santuario, propiamente dicho, reservado a los sacerdotes. Rodeado por
una serie de corredores y habitaciones se situaba la capilla o
sancta-sanctorum en la que se custodiaba
la imagen del dios y que sólo era accesible para el sumo sacerdote y el faraón.
En esta ordenación de
salas dispuestas en un eje, se producía una progresiva disminución de la altura
del templo, desde los pilonos al sancta-sanctorum. En paralelo a esta
estructuración se verificaba, igualmente, una gradual disminución de la luz.
Ejemplos de templos al
aire libre son los Amón y Khonsu en Karnak y el de Amón en Luxor.
El segundo tipo de
templo egipcio es el semispeo o hemi-speo. Está formado por varias terrazas
comunicadas por rampas y una serie de capillas rupestres. El más conocido es el
templo funerario de la reina Hatsepsut en los acantilados de Deir-el Bahari. Se
conoce el nombre del arquitecto, Sennemut, que más bien sería el canciller o
visir encargados de las obras.
La tercera tipología es
la del templo subterráneo o speo. Estas constucciones constan de una fachada
monumental, con colosales efigies del faraón y un interior, excavado en roca,
con varias salas que reproducen el esquema del templo al aire libre, incluyendo
la disminución en altura. Los ejemplos más monumentales los encontramos en los
farallones de Nubia, mandados erigir por Ramsés II. Se trata del gran espeo,
dedicado al propio faraón y el pequeño espeo, consagrado a su esposa, la reina
Nefertari. El pequeño espeo viene a ser una réplica de su compañero, bien que de
menor tamaño y magnificencia.
2.
Formas y
características de la escultura y la pintura.
La geografía de
Egipto favorece la creación de una cultura que evoluciona con continuidad y en
la que las influencias exteriores son relativamente escasas. Configuradas las
condiciones políticas y establecidos los fundamentos de las creencias
religiosas, y su liturgia en una fecha tan temprana como el 3.000 a. C., la
aparente inmutabilidad del
mundo egipcio es el distintivo de esta civilización. Las regulares crecidas del
Nilo no sólo rigen la economía del país; también contribuyen a esa visión del
mundo marcada por la repetición de ciclos.
Toda la vida egipcia está regida por la religión, que otorga al faraón un carácter divino y que cree en la existencia de
una vida ultraterrena en
íntima conexión con la vida material. De aquí se deriva la rigidez de las
formas escultóricas y su simbolismo, en íntima conexión con los conceptos de la
inmutabilidad de las creencias y la permanencia del poder, al margen de las
circunstancias del acontecer histórico.
El papel del arte en
Egipto era fundamental, pues se convertía en el vehículo de la autoridad del
faraón, expresaba las creencias religiosas, resultaba imprescindible para el
culto y además garantizaba la inmortalidad de alma. Con todo, los artistas eran
considerados como simples artesanos y carecían de toda consideración social, al
igual que en el resto de civilizaciones de la Antigüedad. Por
tanto, el artífice no es un creador, sino un ejecutor anónimo que cumple con
unas normas preestablecidas.
La mayor parte de la escultura y pintura egipcias que ha llegado hasta
nuestros días ha sido encontrada en las tumbas. En éstas se requiere la
representación escultórica del difunto para que sirva de apoyo a su espíritu
material y han de colocarse otras efigies para que le sirvan de acompañamiento,
reuniendo en la tumba todo aquello que le sirvió en vida. Los relieves y las
pinturas ilustran la categoría social del difunto y al representar escenas de
ultratumba, orientan a alma en su viaje al más allá.
En los templos encontramos esculturas y relieves dedicados a los dioses y
los faraones. El carácter teocrático de la cultura egipcia ocasiona que lo
político y lo religioso se amalgamen en estas representaciones.
Los artistas egipcios empleaban cánones similares para la escultura y la
pintura, bien que existen una serie de rasgos distintivos para la escultura
adosada y exenta y otros para el relieve y la pintura. Por ello se expondrán
por separado.
Comenzando por la escultura, se distinguen las siguientes
formas básicas: la escultura adosada en altorrelieve o medio bulto y, más
raramente, la escultura exenta. En todas estas modalidades, las obras se
policromaban.
Los materiales empleados fueron la piedra dura (basalto,
granito, diorita, etc.) y la caliza en la estatuaria de dioses y faraones. Para
las estatuas de los cortesanos se emplea madera policromada y terracota o
arcilla cocida. A veces se incrustan apliques de otros materiales para los ojos
y otras partes del cuerpo. Las dimensiones varían desde estatuillas de pequeño
tamaño a efigies colosales.
Los convencionalismos y estereotipos que se repiten a lo
largo de siglos en la escultura exenta son:
· La presencia de un canon, de una norma compositiva que
regula cómo deben ser realizadas las obras. Como ideal de este canon debemos
considerar una figura humana puesta en pie, en la cual la longitud total del
representado (desde el centro de la frente hasta la planta del pie) guarde una
determinada proporción, exactamente la de 18 veces la medida del puño cerrado.
Es lo que se denomina «canon de los 18 puños».
· La ley de la simetría y la frontalidad. Consistía en
representar recta la línea de los hombros y las caderas. Ello permitía dividir
verticalmente la figura en dos mitades iguales.
· Arcaísmos (imperfecciones) evidentes en las representación
de la anatomía.
· La jerarquización de las figuras: el mayor tamaño de la
figura del faraón está en consonancia con el rango que éste ocupa en la
sociedad egipcia.
· La pierna izquierda suele avanzarse ligeramente en señal
de movimiento y los brazos se muestran pegados al cuerpo. Todo ello refuerza el
carácter cerrado de las composiciones.
· El tratamiento de los paños y ropajes también resulta rígido.
· En la expresión predomina el hieratismo. Las efigies
presentan una mirada alta y fija al frente, con los ojos almendrados –muy
abiertos- y un gesto serio.
· Las representaciones de dioses y faraones presentan un
carácter estereotipado, mientras que en las de funcionarios y cortesanos se
busca cierta individualización.
· La estatuaria egipcia no sufre cambios importantes a lo largo
de su milenaria historia, salvo durante el reinado de Amenofis IV (1365 – 1349
a.C.), que cambió su nombre por el de Akenatón. Este faraón revolucionó las
creencias e impuso un nuevo canon, con figuras muy alargadas y, a la vez,
naturalistas.
Las obras más conocidas de la producción escultórica del
Imperio Antiguo son la estatua sedente de Kefrén, los escribas sentados de los
museos de El Cairo y el Louvre y la tríada de Micerinos. En el Imperio Nuevo,
las obras más destacadas son el Busto de Nefertiti y la máscara de Tutankamón.
El relieve y la pintura conservados presentan carácter
religioso, funerario e histórico (o propagandístico). En las tumbas se
encuentran pinturas que parecen reflejar la vida cotidiana (escenas agrícolas,
banquetes, cacerías, etc…), pero que en realidad tienen un significado
trascendente pues anticipan la vida en el más allá.
El relieve suele ser bajorrelieve o hueco relieve y
siempre se policromaba.
La pintura utilizará la técnica del fresco y utilizará
colores muy llamativos, brillantes, claros y con tonos siempre planos.
Predomina el dibujo, la línea, que contornea las figuras y marca todos sus
rasgos y demás detalles. Esta línea suele ser de color oscuro.
Los convencionalismos y estereotipos que se repiten a lo
largo de los siglos en el relieve y en la pintura son:
· Visión rectilínea, por la cual todas las figuras se
insertaban en un plano en el que se insertaba de frente el ojo y el tronco, y
de perfil, la cabeza y las extremidades.
· Se emplea el mismo canon de los 18 puños de la escultura.
· Se encuentra un mayor dinamismo que en la escultura,
aunque sigue predominando la rigidez y los estereotipos.
· Son representaciones bidimensionales, policromadas con
tintas planas.
· Suelen
representarse en registros paralelos y sin interrupción de escenas. La
separación de registros se hace siempre con líneas simples.
· Existe una perspectiva jerárquica, como en la escultora.
· Los jeroglíficos rodean a las imágenes y participan de la
composición.
· Minuciosidad y detallismo no sólo en personas sino también
en todo lo que las rodea.
· El relieve tiene sus mejores exponentes en el Imperio
Antiguo y la pintura en el Imperio Nuevo.
· Al igual que en la escultura, el reinado de Akenatón
introduce una serie de novedades en la iconografía (adoración del Sol, escenas
de la vida cotidiana) y en las fórmulas de representación (mayor naturalismo,
canon de figuras alargadas…) Estas innovaciones serán olvidadas por los
sucesores de Akenatón, que volvieron a las formas tradicionales.
En el legado artístico
del Imperio Antiguo destacan la paleta de Narmer (o Menes) y el relieve de
Hesiré. Las producciones del Imperio Nuevo tienen sus mejores exponentes en los
relieves de Akenatón y Nefertiti encontrados en Tell-el Amarna, las
expediciones comerciales del reinado de la reina Hatshepsut en su templo de
Deir el-Bahari y las hazañas militares de Ramsés II en su templo de Abu Simbel.
El momento culminante
de la pintura egipcia se produce en el Imperio Nuevo, con obras como la Capilla
funeraria de Tutmés II, la tumba de Nebamón, funcionario de Tutmés III o la
tumba de Nefertari, en el valle de las reinas.
____________________________________________________
La obra que hemos escogido como emblema es El Templo de Kom-Ombo (The Temple of Kom-Ombo) pintado por el norteamericano Walter
Launt Palmer en 1892. En ocasiones aparece como El Templo Egipcio de Kom-Ombo
(The Egyptian Temple of Kom-Ombo) o El
Templo de Kom-Ombo, Egipto (The Temple of Kom-Ombo, Egypt).
La obra es un óleo sobre lienzo que mide 45,7 x 65,2 cm.
El cuadro fue subastado en 1991. Desconocemos su paradero
actual.
La imagen procede de la página siguiente:
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