viernes, 24 de octubre de 2014

Introducción al Catálogo Orientativo de Obras de Arte para las Pruebas de Acceso a la Universidad


René Magritte: La Eternidad (1935); Óleo sobre lienzo.
En el mercado del arte o en colección privada.

INTRODUCCIÓN AL CATÁLOGO ORIENTATIVO DE OBRAS DE ARTE 
PARA LAS PRUEBAS DE ACCESO A LA UNIVERSIDAD

El Catálogo Orientativo es un documento elaborado por las Universidades Andaluzas y la Ponencia de Historia de Arte. A lo largo de 20 páginas se enumeran 441 obras de arte, de las que se indican (aunque no siempre, ni mucho menos) el título, el autor, la fecha de realización y su localización. Cuando la pieza se conserva en una iglesia, catedral, colección o museo, se indica el nombre de la institución y el lugar donde ésta se emplaza.

Las obras de arte aparecen ordenadas en los siguientes estilos: Arte Egipcio, Arte Griego, Arte Romano, Arte Paleocristiano, Arte Bizantino, Arte Hispano-Musulmán, Arte Románico, Arte Gótico, Arte Mudéjar, Arte Renacentista y Manierista, Arte Barroco, Arte Neoclásico, Arte del Siglo XIX y Arte del Siglo XX. Cada uno de estos estilos se divide en subepígrafes, siendo la tríada  arquitectura-escultura-pintura,la  organización más habitual. Los estilos representados con mayor número de obras añaden períodos, escuelas, autores… Dentro de cada uno de los apartados la enumeración  de obras de arte suele seguir el orden cronológico, de más antiguo a más moderno.

Este documento lo hemos encontrado en formato pdf en la página web de la Universidad de Cádiz. Aparece calificado como material para la ponencia de Historia del Arte. Esta es su localización:


Consta que fue incorporado a la mencionada página por el profesor Juan Ramón Cirici Narváez, ponente de Historia del Arte de la Universidad de Cádiz, el cinco de diciembre de 2012. Esta fecha no implica que el documento se redactara en el año mencionado. Una lectura atenta revela que debió componerse mucho antes, tal vez en el curso 2000-2001, cuando se inició la selectividad LOGSE. Esta circunstancia explicaría la ausencia del Arte Prehistórico, excluido del temario en aquellos años (creemos que el curso 2006-2007 fue el primero en el que este tema fue incluido en el canon).

De la misma forma que ignoramos la fecha de su creación, tampoco podemos esclarecer su destino: si se trataba de un documento de carácter público o si se reservaba para las ponencias de historia de arte. En cualquier caso, acabó divulgándose y algunos ies andaluces la incorporaron a su página web. Igualmente se hicieron eco de ella algunos foros de alumnos de selectividad. En los casos que hemos comprobado siempre se ha recurrido a la misma versión, incluida la Universidad de Cádiz: veinte folios fotocopiados de forma descuidada, con la señal de la grapa en la esquina superior izquierda y la numeración añadida a mano.

En la página web selectividad.info se describe este catálogo de una forma bastante gráfica, pero notablemente exacta: «fotocopias orientativas sobre las obras que han caído y pueden caer, aunque no hay que ceñirse sólo a esas, porque puede que algún año sorprendan con alguna obra que no esté en estas fotocopias.». Pero han sido muchos los años con sorpresas, empezando por el propio 2001. En total, y si interpretamos el repertorio al pie de la letra nos encontramos que, para el curso 2013-2014, ascendía a 20 el número de obras que no se mencionaban en el documento y, que sin embargo, habían aparecido en los exámenes y en las propuestas no seleccionadas.

Por otra parte si confrontamos el total de 441 obras catalogadas con las 139 que, según nuestros cálculos, han aparecido en las propuestas de exámenes compuestas entre los cursos 2001-2002 y 2013-2014, se evidencia que el número de obras inéditas o no empleadas en los juegos de exámenes superaba los dos tercios del total. La causa resulta fácil de adivinar: la mitad de las imágenes aparecidas en estas pruebas se han empleado dos o más veces. Si no se hubiesen repetido, ese 139 hubiera pasado a ser  296 (serían realmente 336 imágenes, pero la serie de propuestas publicada no está completa).

Estas divergencias no afectan al valor de este catálogo, que se presenta como orientativo, esto es, que marca las pautas y que ofrece un panorama o conjunto de obras de arte consideradas más representativas; pero que no es, ni puede ser, un inventario cerrado y exhaustivo de las imágenes seleccionadas o seleccionables para de las pruebas de selectividad. No olvidemos que estas  pruebas han de detentar un carácter necesariamente abierto.

Desde esta perspectiva, el catálogo debe ser estimado como una valiosa ayuda para el profesor de la asignatura, siempre que se considere como un eje vertebrador del corpus de obras de artes más relevante, no como un oráculo de la P.A.U. Personalmente  echamos a faltar repertorios similares para la Geografía y la Historia de España.

En cambio, este documento va a resultar más imponente que útil para ese alumnado que siempre anda a la búsqueda de panaceas para la selectividad y que puede perderse en inútiles ejercicios memorísticos en ese océano de los dos tercios inéditos. Dicho sea de paso, la principal tacha de este catálogo es el excesivo número de obras que cataloga: si se desarrollan referencias múltiples, como la Alhambra, y se añaden las obras aparecidas en las pruebas y que no se mencionan en este repertorio, nos acercaremos peligrosamente a la cifra del medio millar, inmensidad más propia de una oposición que de unas pruebas de selectividad en las que, parece que a veces se olvida,  el alumno se presenta, además,  a otras asignaturas.

Al rebasar las 400 obras, por fuerza los criterios seleccionadores flaquean y las elecciones acaban recalando en lo irregular y en lo arbitrario. Evidentemente la elaboración de un muestrario de los logros artísticos de la humanidad es una empresa que se nunca se verá acompañado de un consenso unánime, pero la presencia de obras de artes poco representativas o, francamente, irrelevantes en el catálogo resulta notoria cuando se consulta, por ejemplo,  la abultada presencia de la arquitectura española (en especial la del siglo XIX). Igualmente, en pintores como Velázquez o Van Gogh se codean las obras maestras con lienzos de segunda fila.

Estos excesos obligan, por el contrario, a presentar algunos estilos, como el paleocristiano, reducidos a la mínima expresión. Y aun teniendo en cuenta los estrechos márgenes  del temario de la selectividad andaluza se advierten ausencias clamorosas, como la planta de la mezquita-catedral de Córdoba, la catedral de Gerona, Il Gesú de Vignola y Della Porta,  la Biblioteca Nacional de París de Labrouste o cualquier otra manifestación de la arquitectura de la revolución industrial que no sea la torre Eiffel.

Por lo demás, algunas obras no se incluyen en el temario actual (vigente desde el curso 2006-2007, según nuestras estimaciones). Es el caso del conjunto catedralicio de Pisa, el teatro de Epidauro y la catedral de Florencia (insertada esta última en el repertorio del arte gótico).

La cuestión del temario y su ajuste con el catálogo abre otro frente de desajustes y necesarias correcciones. En los trece años en los que nuestro repertorio se ha mantenido incólume, la ordenación y selección de contenidos ha experimentado sucesivos cambios.

Estas modificaciones quedan reflejadas en tres niveles: las directrices y orientaciones generales, en los acuerdos tomados en las reuniones de las ponencias y, lógicamente, en los libros de la asignatura adaptados para Andalucía, en especial el manual de Jesús Palomero Páramo. Antes de seguir adelante indicar que las decisiones tomadas o comunicadas en las reuniones de las ponencias sólo son vinculantes para el curso en cuestión y que de ellas no suele quedar constancia escrita (lo que no quiere decir que sean menos fiables).

Teniendo todo esto en cuenta, nos vamos a encontrar con una serie de unidades que aparecen  y desaparecen de los temarios, ya sea el oficial (el de las directrices) o el que reflejan los libros de la asignatura. Estos temas son:

  • El Arte Prehistórico: una incorporación reciente al temario oficial, que aparece en las directrices y orientaciones y en el manual de Palomero Páramo.  Este arte mantiene una presencia cada vez más destacada en el juego de exámenes, desde  su primera aparición, datada en el 2007. Al ser un añadido tardío no aparece en este catálogo.
  • El Arte Mesopotámico: se encuentra en la última edición de Palomero Páramo y en las últimas reuniones de la ponencia se ha señalado que no será escogido para figurar en las pruebas ni dentro de las preguntas teóricas o de las imágenes para comentario. Es una aclaración que se agradece, pero innecesaria, pues este arte no figura en las directrices y orientaciones generales. De nuevo, al ser un añadido tardío (y sin confirmación oficial en las directrices) no aparece en este catálogo.
  • El Arte Ibérico: o mejor dicho la Escultura Ibérica. Se trata de una incorporación relativamente tardía al temario, siendo incluida de una forma bastante inconexa en la unidad del arte griego. Figura en las directrices y en la Historia del Arte de Jesús Palomero Páramo, pero nunca ha sido seleccionado para las pruebas por acuerdo de los ponentes. Recordemos que estas decisiones sólo tienen validez para el curso para el que han sido tomadas. En cualquier caso, y dado que se trata de un añadido posterior, falta en el catálogo que analizamoss
  • El Arte Mudéjar: en este caso nos encontramos con un estilo presente en el temario desde su inicio, incluido igualmente en las distintas ediciones del manual de Palomero Páramo y representado con siete obras en el catálogo. No obstante, y mientras las ponencias lo acuerden, este estilo no será escogido para las preguntas e imágenes de las pruebas de selectividad.
  • El Barroco Hispanoamericano, que llego a figurar como unidad en una de las ediciones del manual de Jesús Palomero Páramo (la del 2001), pero que, según creemos, nunca estuvo incluido en el programa oficial de la asignatura. Evidentemente, carece de representación en el catálogo,

Todas estas aclaraciones señalan que el catálogo necesita ser actualizado, adecuándose a las directrices de la asignatura (y a ser posible a los acuerdos de la ponencia). En esta posible reforma, bueno sería reducir el abultado número de  obras de arte. Creemos que doscientas cincuenta obras sería un tope más que suficiente y que garantizaría que los estilos y principales artistas quedarían adecuadamente representados.

En segundo lugar, y si se mantiene la actual división entre la producción artística prehistórica, antigua y medieval por un lado, y el legado del arte de la edad moderna y contemporánea, por el otro, habría que equilibrar el catálogo entre ambas alternativas, pues tal como está redactado, reserva 135 obras para la llamada «Opción A» y nada menos que 306 para la «Opción B».

Otra propuesta, la última, consistiría en añadir imágenes que ilustrasen los epígrafes, algo imprescindible  en el estudio de la Historia del Arte. No pedimos conocer las fotografías de los exámenes por adelantado, pues el proceso de selección seguiría siendo abierto y vinculado, pero no limitado, al catálogo. Nuestra sugerencia supondría aumentar el valor del catálogo, al hacerlo más comprensible. Por lo demás, algunos epígrafes resultan confusos y cuesta encontrar algunas de las obras en libros o en la web.

Un punto ineludible en cualquier indagación sobre la selectividad de la Historia de Arte en Andalucía es el vínculo con el citado manual de Don Jesús Palomero Páramo. De todos es conocido el rumor que señala que el mencionado libro reune las imágenes que se emplean en los exámenes de las pruebas de acceso; Esta supuesta certeza, reiterada hasta el hartazgo, ya la oíamos cuando impartíamos el COU.

Pues bien, el vínculo entre el libro y el repertorio que analizamos existe y resulta más que patente: en muchas ilustraciones del manual se repiten los mismos epígrafes del catálogo y, evidencia suprema, cuando existe un error en el documento, lo encontramos igualmente en el libro. Es más, estas coincidencias nos han llevado a pensar que el propio Palomero Páramo pudo ser el autor o uno de los autores del catálogo.

Con todo, muchas de las obras del catálogo no aparecen ilustradas (y ni siquiera mencionadas) en la Historia del Arte de Palomero Páramo y viceversa: numerosas fotografías del mencionado manual no encuentran correspondencia en el documento que analizamos.

Se impone, pues, una conclusión obvia: el libro de Palomero, como el propio catálogo, es un instrumento útil para preparar la selectividad, pero no puede contemplarse como una solución milagrosa. Todos los repertorios, incluido lyceo_hispanico, ayudan a organizarse al profesor y al alumnado, pero no sustituyen la preparación metódica de las clases y al estudio concienzudo. 

Y es que en cualquier anticipación del examen de la asignatura,  resuenan las palabras que le oímos al propio Palomero en una de las reuniones de la ponencia: «salvo el arte ibérico y el mudéjar puede caer cualquier cosa».

La conclusión más adecuada a esta prolongada introducción consistía en indicar que hemos añadido una transcripción del catálogo y las fotografías de las obras mencionadas. Pero estas dos empresas se presentan erizadas de complicaciones.

En primer lugar el catálogo está plagado de errores de todo tipo (desde la ortografía a la atribución), por lo que una reproducción literal, no sería de mucha ayuda. De todas formas hemos realizado una reproducción ‘facsimilar’ en el siguiente «set»:


Más útiles nos parecen las dos transcripciones del catálogo que hemos elaborado (y publicado).  La primera mejora el original al numerar las obras y enmendar algunos de sus errores); la segunda recoge estas modificaciones e incorpora, además, las obras que faltan o parecen faltar. Señalemos que esta última versión ha acabado por agregar tantas modificaciones que el documento original ha quedado prácticamente irreconocible.

Señalemos las transformaciones que hemos considerado oportuno realizar. 
  1. En ambas versiones del catálogo:
  • Se ha numerado el listado de obras, labor que facilita, y mucho, su consulta.
  • Se han corregido las posibles erratas, errores de transcripción de nombres extranjeros y simples faltas de ortografía.
  • Se han cambiado los títulos  de las obras, cuando aparecían incompletos.
  • Se han  rectificado las fechas cuando eran incorrectas.
  • Se ha modificado la ubicación de la obra de arte cuando ésta ha cambiado o es, simplemente, errónea. Para los que piensen que la escultura o cuadro cambió de manos tras la redacción del catálogo, señalemos que aún se indica que la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder se encuentra en la iglesia de San Lorenzo, cuando de todo es sabido que  pasó de San Lorenzo a su propio templo en 1965.

          2. Únicamente en la versión actualizada:

  •        Se ha regularizado los criterios de puntuación y de organización de epígrafes. De hecho en la versión original se observa un cambio notable en  disponer los apartados a partir del románico, como si hubieran existido dos redactores.
  •           Se han cambiado los títulos de las obras, escogiendo la denominación empleada en el museo que la exhibe.
  •    Las colecciones y museos anglosajones, germánicos y escandinavos aparecen con su denominación oficial. En el resto (instituciones francesas, vaticanas, griegas y egipcias) se ha optado por una versión traducida. Los museos españoles aparecen con su denominación oficial (o su versión en castellano).
  •     En numerosas obras se ha añadido el año en que se concluyó. Salvo en el caso de grandes construcciones, en las que se indica la fecha de inicio.
  •       Se ha alterado el orden de las obras cuando éste no coincidía con el cronológico.
  •      Se han añadido las obras (un total de 20) que han aparecido en las propuestas pero que no eran mencionados en el catálog
  •      Hemos desarrollado como múltiples referencias (y no una sola) una serie de monumentos de los que se indica que puede aparecer el exterior, el interior y/o algunas de sus parte. Al desarrollar estas menciones como obras distintas, estas 19 referencias dobles o múltiples han pasado a ser 46.
  •     Se ha incorporado el arte prehistórico, representado por las 3 obras que han aparecido en las propuestas y otras 4 que cuentan con posibilidades de ser escogidas en futuras convocatorias.
  •    Cuatro referencias en las que figuraban puntos suspensivos han sido consideradas como menciones de posibles obras. Dos se ubican en la escultura griega y las otros dos en el arte paleocristiano. Tal vez los puntos indiquen que se pueden incorporar muchas más obras, pero este extremo no se puede afirmar ni negarr.
  •     Respecto a la reproducción de imágenes, hemos procurado escoger fotografías actualizadas, lo más parecido al original en cuanto al colorido y de unas dimensiones medianas o grandes. Evidentemente estos criterios complican la selección de las reproducciones y suponen que se avance con suma lentitud.


Por otra parte hemos preferido reproducir la obra en su integridad (de ahí nuestra preferencia por las perspectivas caballeras y las vistas aéreas), sin preocuparnos por  si nuestros criterios coinciden con la de los montadores de exámenes de la PAU andaluza. Bueno será concluir con que nuestro repertorio de imágenes se plantea como meramente orientativo.

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  La obra reproducida es «La eternidad» [«L’eternité»] de René Magritte. Fue pintada en 1935 y fue subastada por Christies en Londres en 2004. Anteriormente había pertenecido a la colección del Modern Museum of Art (Nueva York, Estado de Nueva York, Estados Unidos, en la que ingresó en 1972 como donación de Harry Torczyner.

El museo la puso en venta para conseguir más capitales para su fondo de adquisiciones. Vaya por delante, que nunca comprenderemos, ni justificaremos esta práctica de los museos estadounidenses y británicos, la de desprenderse de parte de su colección para incrementarla con otras obras. Cuando encima se mercadea  con una donación, la transacción nos parece completamente inmoral. Por lo demás el MOMA poseía una de las colecciones más notables de cuadros del pintor belga, que ahora queda empobrecida. No incluimos en la argumentación el que se trate de una obra maestra (aunque lo es), porque todo bien que ha pasado a manos públicas merece ser preservado, independientemente de su mérito, valor o calidad artística.

Volviendo, al cuadro que reproducimos, señalemos que se trata de un óleo sobre lienzo cuyas medidas son 65 x 80,9 cm. Se encuentra firmado en la esquina superior izquierda. En el reverso figura la firma, de nuevo, el título y la fecha.

Parte de la información sobre la pintura y la imagen proceden de la galería WikiArt:


La página de Christie ofrece una información igualmente valiosa:  

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